Gota que agota. Conversación interior.







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Joaquín buscó un lugar calmado, un poco espectral, con música baja, instrumentos de cuerda, de viento, y con contenido protesta. 

Luego de haberlo encontrado se quedó perplejo y atónito en un punto fijo de su escritorio; una vez sentado resumió su día y trató de imaginarlo: hizo gestos de asco, se frunció de asombro, bostezó de aburrimiento, levantó la ceja por algún tipo de alivio...


Su trono era una silla plástica con gastadas esponjas, en donde atinaba sus predicciones y descansaba de sus críticas buenas y malas, en donde visionaba sobre el mañana con mucha concentración, distracción, o simplemente preocupaciones inspiradoras.



Recordó enseguida aquel viaje soñado que quisiera comenzar y contar historias de ese mismo viaje, y capturar fotos únicas de ese viaje, de gente bonita, de sabrosa comida, de paisajes surrealistas.

De pronto imagina que con esas historias puede empezar a escribir un libro que guardará las memorias de esa gente bonita que no le debe nada a nadie, o tal vez sí: a ellos mismos.

Al referirse a gente bonita especifica con su mirada que se trata de aquellas personas con bondad infinita, de rostros arrugados , de manos sucias y ásperas, de sonrisas con dientes incompletos pero con una vibra envolvente y cálida.

Se da un respiro mientras se acomoda en su asiento, mira nuevamente ese punto fijo tratando de pensar en lo que sea; tal vez se le mezclan las ideas y siente otra vez un poco de preocupaciones.


Mientras se muerde las uñas de su mano izquierda piensa en su familia: '¿cómo estará mi mamá?, ¿le irá bien en el trabajo a mi hermano?, ¿mi hermano menor tendrá novedades en el colegio?, ¿cómo estará de salud mi papá allá donde quiera que se encuentre?'.


Su cuerpo se llena de adrenalina y quiere ir donde ellos en un par de horas pero se acuerda que tiene poco o nada de dinero.

El tic nervioso de su pierna derecha casi perfora la baldosa del suelo y siente una impotencia tremenda.


Ante tal sentimiento Joaquín trae a la mente esos recuerdos de sus amigos o compañeros de clases que presumían de sus billetes que cada semana se transformaban en accesorios personales con los que camuflaban su fealdad; justamente al mencionarlo hizo memoria del libro que leyó hace unos meses en donde resaltó una frase que le puso la piel de gallina: 'Al rico, con tanto auto, con tanta plata de bolsillo, no se le nota lo feo y se le perdona lo tonto...'; luego se afirma con la cabeza y suelta un suspiro profundo acompañado del argumento 'puta madre es muy cierto'.


Con una leve sonrisa cayó en cuenta de las estupideces que estaba pensando, entre esas, por ejemplo, cuando una de sus novias pasadas lo hizo llorar hasta quedarse dormido. 


LLoró tanto porque ella había terminado con él después de haber viajado cuatro horas, todos los viernes por siete meses para poder verla; después de empaparse de las principales noticias de su comunidad y del mundo para poder entablar una sana conversa con su 'suegro'; después de haberse gastado dinero en detalles para ella creyendo que en verdad lo amaba...


Al recordar ciertas escenas de su vida, Joaquín analizaba su situación sentimental actual, de las peleas con su novia, y de las mujeres que aún lo solicitan y que a su vez se promocionan.


Joaquín se volvía a reír, y lo siguió haciendo con ese disimulo absurdo como si alguien lo estuviera viendo mientras escribía y escribía, sentado en el frío plástico de su silla y sobre el escritorio copado y lleno de chucherías y esferos dentro de un jarro en donde se sirve el chocolate. El tic de su pierna continuó...


Como en muchas historias es común que intervenga la lluvia, pues en esta también, a propósito del temporal típico de marzo y abril.


Otro de los puntos fijos preferidos para quienes miran puntos fijos, como Joaquín, es el ritual que hace una gota de agua que nace de la condensación de las nubes, para luego caer tan rapido y feliz cual perfecta libertad soñada, misma que al rato golpearía el vidrio de su ventana.


Se parece a una danza de apareamiento, con su desnudez y encanto, con su baile solo para él mientras mueve su ancha cintura, mientras resbala por el cristal y deja un código tras de sí y se conjuga con otras gotas, como si posaran para la foto publicitaria de un harem de guapas gordas gotas de agua destinadas a la muerte.


Luego de aquel espectáculo, Joaquín volvió a la realidad y sintió que se está desperdiciando ahí sentado. Enseguida planificó de improviso qué es lo que hará cuando termine la universidad, sobre todo para buscarse un trabajo 'así como sus primos que se ya se graduaron de cualquier cosa'.


Recordó la frase que su mamá decía cuando lo despertaba y le preparaba el desayuno las mañanas del lunes para ir al colegio: 'ya levántate, tienes que ser alguien en la vida'. Extrañaba tanto a su vieja querida.


De pronto sonó su teléfono inteligente que lo adquiri
ó de promoción, que por casualidad también resulta ser más inteligente que algunas personas que lo rodean. 

El contenido es informativo, noticieros on line y de primera mano que le llegan a cada momento en páginas especializadas; titulares de economía, de trabajo, de guerras, muertes, deportivas, (o sea sólo de fútbol), titulares de protestas de diferentes organizaciones sociales, además titulares del clima que enseguida relaciona con el harem de las guapas gordas gotas de agua de su ventana.

También las noticias de género y Derechos Humanos están a la orden del día. Tal vez sus conocidas lesbianas y feministas ("feminazis") estarían involucradas. Además de las novedades del gobierno y de las protestas de quienes todo les apesta y lo único que hacen es quejarse en redes sociales porque sí.

En su inconsciente Joaquín sabía que no puede estar desinformado porque su carrera y vocación lo exigen, aunque no gane nada con eso por ahora, pero le gusta.


Mientras bosteza recuerda varias fechas memorables, miró el calendario de su teléfono y notó que se acercan los cumpleaños de sus seres queridos. 


'Yo sin plata y sin trabajo' dijo entre dientes y con un leve golpe en la madera del escritorio, nuevamente se mordió las uñas de su mano izquierda y miró la lluvia concentrado y acompañó al ambiente con insultos con una jerga propia y con el abecedario casi completo. 


Imagina al mismo tiempo que si por cada letra que publique le pagaran fuese millonario y no tendría preocupaciones; piensa en sus amigos que ya se graduaron, piensa que si hasta el más pendejo lo hizo entonces porqué él no.  



En ese momento la silla queda vacía, se levanta, se estira tratando de tocar el techo, cierra sus cuentas de facebook y twitter y se pone a ojear las ciencias de su haber y revisa textos empolvados de su mini biblioteca.































































   


















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