Eros en la espuma
Mientras dormía, Emilio soñaba con Ariadne. Era una de esas noches en la pequeña ciudad en donde la luna irradiaba lujuria por tanto calor, y las estrellas parecían poros sudorosos brillantes en la piel negra de sus partes escondidas. La alarma lo despertó, era sábado. Su rutina de ejercicios apenas empezaba. En su cocina la despensa era surtida con frutas y productos orgánicos, y varias botellas de vino tinto en el mini bar. En su habitación tenía fotos de ella en cada rincón, su principal parafilia, su obsesión. También rincones cómodos como para complacer los comportamientos hormonales de una cita improvisada o planificada. Además de decoraciones musicales de los mejores álbumes de Cerati antes de separarse de su banda, y cómo no su colección de libros. Una voz dulce y amenazante de pronto se coló en su espalda. -Soy tuya, sin reparos ni contemplaciones. Soy tuya con noventa por ciento de sumisión ante ti, mi león. El restante diez déjamelo para embarrarme en tu su