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Mostrando las entradas de septiembre, 2016

Espejismo

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Estaba mirándose en el espejo muy minucioso. Lavó su rostro rasgándose la piel con la yema de sus dedos con fuerza por varias ocasiones, la frente denotaba arrugas y la calvicie se asentaba en el territorio donde antes el cabello era el amo y señor.  Con un tinte barato se pintó el pelo del color de su conciencia. La rasuradora de cincuenta centavos estaba áspera de tanto uso, entonces se frotó un poco de líquido de lavar platos en lo que quedaba de su quijada y en los pronunciados pómulos, después, con un ritual doloroso empezaron los movimientos de su muñeca derecha de arriba hacia abajo.  Levantó la cabeza y juntando los labios como queriendo dar un beso se afeitaba la garganta. Pasaron unos minutos y nuevamente se miró en el espejo, tenía la sensación de ya casi. Sus ojos evidenciaron los párpados caídos, medio cansados o enamorados no sé qué.  Con esa misma voluntad se cepilló los dientes como tratando de pulir un pedazo de mader

Ese loco de los sueños locos

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Estaba sentado en su cómodo sillón de cuero de los años sesenta, mirando a la ventana recordaba la vida feliz extinguida. “Los sueños son lo único que me queda”, susurró con un suspiro leve. Al fondo una voz como de militar lo llamó: “¡Ezequiel, ya vienen mis padres!”, era su esposa.  Al rato entraron los dos octogenarios, se sentaron en la sala y mientras se acomodaban miraron las fotografías de la pared y al disimulado unísono también cuchicheaban. Una muralla de unos tres metros de alto con laca recubierta de arriba a abajo estaba copada por decenas de fotografías de playas, ríos, montañas, granjas, animales, comida, recortes de periódicos con reportajes turísticos, mujeres, hombres, niños, risas, parejas besándose… Habían pasado cinco años desde la última visita y la pared estaba vacía en aquella ocasión. Ezequiel salía del baño, estaba fumando un cigarro a escondidas y pensando en todo y en nada. Era su escondite favorito. Saludó a los visitan