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Si yo tuviera un millón. Poema a mi abuela.

Cuando mi abuela estaba en sus veintes, mil pretendientes aullaban en su balcón. Piropos por aquí y por allá y ella ni caso. Estaba eternamente enamorada de Jaime Edmundo, el robusto señor de manos callosas y sangre liviana cuando quería, mismo con quien años más tarde formaría en su catre al equipo de fútbol más completo de la genealogía de 11. Digna dama del sur de la República, con linajes acomodados, con tres nombres y tres apellidos que a la final valdrían nada ante la vasta inteligencia y sencillez de Jaime Edmundo. Familiares de respeto e ilustrados a medias tiraban letras y soplaban palabras con rima en la rama del cedro que plantaron en su patio, en la finca de tierra húmeda.  Una tarde de febrero del año 1970, un tío materno de mi abuela de veintes le dedicó algunas estrofas por ser la flor de la familia, y una soñadora de la vida... "Si yo tuviera un millón" Si yo tuviera un millón  de relucientes monedas para gastarlos sin pena sin regreso, ni